Bronca

Impotencia cuando somos de papel y no nos pueden romper, cuando quedamos grabados en la memoria de lo insuficiente, centrados y acentuados como el inquilino VIP del infierno, de lo destructor, de lo insuperable.
Odio cuando en realidad somos de vidrio y nadie lo puede ver.
Agotada e inevitable.
Miro la Luna, miro mi ser sobre el mar. Asciendo, regreso, ¿caeré hacia él, impulsando su ritual ígneo? Regreso, me aferro al mástil transparente de las algas.
Nunca más quiero convertirme, prometo no desearlo.
Los enamoro con mi canto fugaz penetrante en la niebla de los dueños del mundo y que me posiciona en el sitio dominante, calmador en tempestades y arrasador de apocalipsis completos.
Genero sin querer la quietud de los amantes bajo la arena y el iodo me anticipa que otra vez, inevitablemente, ascenderé.
Debe haber algo relevante en la infinidad de los mares cansados,
podría ser que las calles iluminaran otras miradas o simplificadas irrealidades que se cruzan y así mueren.
Concluye la voluntad del yeso que me presiona bajo la carretera.
La verdaera razón del llanto excede de mis paredes granuladas, y así cesa
por sobre la superficie. Nada más pensaríamos en la ansiedad
desparramada por el borde de los discursos y tactos
vagos de marfil en bruto.