enero
una quemadura, el corazón del durazno, aire corrompido por el óxido del reloj. sílabas amontonándose y una idea vagabunda. miro el dorso de los libros por cuarta vez, arrancando voluntad de la sien, bajando hacia la idea recurrente de agarrar el calor con el impulso. voy corriendo por el pasillo que conecta el vacío con la razón, vuelvo sobre mis pensamientos de dios y todo lo que es perfecto y, aunque lo intente, sigo sin poder dormirme.
estar. correr. tener que decirte que ya no soporto la impotencia de tus pestañas que.
que una escritura automática no soluciona ni retracta mis ideas hacia vos, mi idealización de la que sigue que le falta que no puedo más pensar en que vos no pensás si yo siento lo que me pasa. si vos de pronto te ves adentro de una burbuja que no te gustaba, que mi inseguridad es demasiado grande y que ya no tenés ganas de decirme que me veo linda o que ya no se qué, entonces tenés que dignificarme y dejar de intentar. entonces la cultura de mi boca te dejará sin respiración para estar de pie junto a las raíces, junto al libro que te espera en el escritorio, pero junto a mis piernas y mis manos y mis caricias.
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