Ni una ola me detuve a pensar si era cierto lo de los sin cara,
lo de los castillos o de bañeras increiblemente llenas de musgo.
La conciencia olvida que la opacan los faroles, los olores, el mundo próximo.
Entramos conteniendo la respiración, mirando a los ojos.
Llevabas un brillo tan especial esa tarde que creí que iba a perderlo todo si no seguías buceando en mi pupila, pintandome las mejillas (como si en realidad te costara).
No entiendo si estamos caminando tan lento que me queman las ansias, no entiendo pero se que prefiero esperar a que desaparescas y te conviertas en mi mar.


Está llegando el tren.

papá cuentame otra vez esa historia tan bonita de aquel guerrillero loco que mataron en Bolivia
y cuyo fusil ya nadie se atrevió a tomar de nuevo, y cómo desde aquel día todo parece más feo.






qué bonita, qué divertida es conmigo la convivencia. descojonarme de mi última ocurrencia.
y esperarme despierto vuelva a la hora que vuelva, o cocinar para mi mi plato favorito,
no encontrar en el baño más pelos que los mios. solo yo controlo, solo yo determino mis hábitos de higiene,
lloro en mi hombro cuando nadie me entiende.
Si me siento solo miro a la luna, me juro amor eternamente.
Se de un mago que habla con los peces, se de un mundo en el espacio habitado por un dios. Se que vivir mucho es mucho mejor, pero se también que mi vida es tan triste. Como un tonto me creí lo que dijiste.
"Nuestra vida será blanca y buena, nuestra casa será verdadera, nuestra ciudad será hermosa desde hoy", y ahora escucho que la calle grita "Bienvenidos a la Ruta Perdedora".

Se que nunca seré un buen payaso, se que mi figura es triste y que vivo con dolor. Se que a veces ni siquiera soy yo y no se quién es el tonto en el espejo, y mi alma no me quiere y se va lejos.
Y busco mi nombre en las paredes, y me escapo con todos los trenes, y en las calles me persigo sin razón. Los carteles luminosos gritan "Bienvenidos a la Ruta Perdedora".